Cada año que pasa soy un diez por ciento más ciego. Más o menos, que el asunto —me aseguran— tiende a empeorar. De hecho empeora. Y cada año que pasa a ti te ocurre lo mismo: eres un diez por ciento más ciego. No te alarmes. O igual sí. Sólo lo notarás si miras al cielo en busca de estrellas. Y solamente si vives en una ciudad del mundo desarrollado.
Las del norte, donde se inventó la electricidad. Si tienes tiempo para jugar un poco a astrónomo urbano, párate, mira a lo alto y calcula cuantas estrellas distingues. No ya sus nombres, o las constelaciones. No, te hablo del manto de estrellas, de cuanto de lentejuelas tiene, de cuanto le brillan. De cuanto de ciego te estas quedando. No son tus lágrimas las que no te dejan ver las estrellas sino la luz que te circunda. La luz del progreso. Hace años se constató que el 83 por ciento de la población mundial mira cielos nocturnos contaminados. Contaminación lumínica, que la tóxica afecta más a los pulmones que a la mirada. Inundamos la atmósfera de miasma, sí, pero también de nuestra propia luz. Presuntamente inocua. Este resplandor artificial es una paradoja casi literaria: la tierra se ha convertido en un foco de luz que no nos deja ver la luz de las estrellas. Llevamos siglo y medio mal contado desde que Edison inventara la primera bombilla. Te ahorro los avances de todos estos años. Prodigiosos, claro. Hablemos de la actualidad. En el pasado siglo los astrónomos tuvieron que dejar la urbe, irse a lugares remotos, cada vez más altos, cada vez más despoblados, para poder escudriñar el cielo y contarnos cuanto de grande es el universo. Cómo de lejos, de supernovas ya muertas, nos llega su luz. Desde cielos limpios porque la tierra brilla cada vez más. A principios de este siglo, un dos por ciento. Pero ahora, cada año la luminosidad sube un 9,6 por ciento. El planeta centellea más y más. Los científicos calculan que a este paso un niño que ahora distinga 250 estrellas, cuando sea mayor de edad sólo verá un centenar. Y si llega a cumplir ochenta años, sólo distinguirá cinco o seis de las más brillantes: Sirio, Vega, Arturo, Canopo, dos en Alfa Centauri… Yo no estaré aquí para comprobarlo.
Tú, no sé. Nos enorgullecemos de la tecnología led. Las modernas antorchas de hoy en día. Todo parecen ventajas: consumen menos, son más sostenibles, alumbran más, salen más baratas pero, paradójicamente, emiten una luz azulada que nos deslumbra. Los tonos ámbar de antaño cegaban menos cuando elevábamos la mirada a las estrellas. Seguro que has visto alguna vez esas imágenes que capta la Estación Espacial Internacional, donde aparece la tierra repleta de luciérnagas, enjambres cerca de las grandes capitales del mundo. ¿Bonitas, verdad? Pues ése es el planisferio de la contaminación. Escuchen lo que leí hace poco: «Las personas generalmente se quedan maravilladas con la belleza de las luces. Es como admirar la belleza de los colores del arcoíris que la gasolina crea en el agua y no darse cuenta de que es contaminación química». Sí, ya sé que aún hay parajes sin farolas donde se pueden ver estrellas pero cada vez quedan más lejos ¿Llegara un día en el que sólo desde los territorios desolados, como los desiertos, se podrá admirar un cielo estrellado? En toda su plenitud. No creo y, en todo caso, nos va a dar igual. No nos veremos en esa. No sé que es peor: que oscurezcamos el cielo con nuestro fulgor o que las noches tornen más negras y tristes. Desconozco cómo de estrellado se ve el cielo asturiano de Sotres, donde en 1881 se instaló el primer alumbrado público de España. Tampoco si han montado mucho alumbrado navideño. Seguramente, como en todos lados, más del necesario ¿Colgamos tantas estrellitas impostoras para resarcirnos de las auténticas que no vemos? En fin, todo presagia que la generación que llega, o la venidera, dejará de ver las estrellas. Dicen que el cielo del sur, con su Cruz del Sur, es otro firmamento. Aún limpio y luminoso. Pero Atacama queda lejos. Yo, por si acaso, de vez en cuando me echo al monte, que me aguan la vía láctea y me lijan las estrellas.
Miguel Nieto es periodista.
Leave a Reply