
Identidad. Aquellas características que definen a alguien o algo. La estructura sobre la que se complementan todos los aspectos diferenciadores que nos hacen únicos. Un constructo que se va realizando a lo largo de un tiempo. Tiene elementos esenciales y otros superficiales; pero que forman un todo claramente diferenciado y diferenciador.
En el ser humano la identidad se confunde con la personalidad. ¿Y en el de una ciudad, qué define su identidad?
Su patrimonio son señales que nos hablan de toda la historia que se ha conservado. Otros elementos se perdieron y quedaron en los libros de historia o duermen en el reino del olvido del que hay que rescatarlos con cuidado y verdad. La urdimbre.
Nuestra ciudad tiene una larga historia. Muchos pueblos pasaron y otros se asentaron. Desde los fenicios a los castellanos llegados del norte, pasando por los romanos, árabes…
Muchos acontecimientos dejaron su marca como la revolución agrícola de San Pedro, el impulso de las industrias del hierro o la caña de azúcar, antes la invasión francesa, después la guerra civil o los más recientes como la inmigración de los pueblos del entorno o extranjeros. Cosmopolita.
Las costumbres y tradiciones también marcan la identidad de una ciudad; así como los periodos de gobierno de nuestra ciudad acompañados de campañas de corrupción, papel cuché y revistas de corazón.
No pretendo escribir un artículo científico. En nuestra ciudad hay magníficos especialistas que pueden escribir un artículo más denso, profundo y verdadero que el que yo pueda esbozar; sea del campo de la historia, del urbanismo, o de la sociología hasta de la psicología urbana. El armazón de huesos y músculos de nuestra ciudad es su cometido.
Hoy quiero referirme a algo más de la superficie, de lo externo; pero no por ello menos importante. Siempre digo que el arbolado de sus calles ha definido a esta ciudad. No solo por las consecuencias medioambientales de fauna o flora sino por su condicionamiento de la vida de la ciudad. La sombra, el frescor, la brisa de nuestras calles la habían convertido en un oasis especialmente grato en el verano. Se podía pasear, a pesar de las pendientes, sentarse en un banco bajo la copa de sus árboles, muchos de ellos centenarios, en sus terrazas o, por ponerse bucólico, en la silla de enea en el portal tras regar las macetas al atardecer. Un afán modernista e igualitario está llevando a nuestras autoridades a una destrucción de un elemento esencial de nuestra ciudad. No sé cuáles son los motivos de la asesina de sombra para esa campaña arboricida que no para y va de una calle a otra, de mal a peor. Menos mal que la Concha nos protege y diferencia.
El afán igualitario de la sociedad de consumo se impone arrasando con parte de lo auténtico de nuestra ciudad. Ya lo consiguió con la avenida donde desapareció aquel encantador paseo de los enamorados o el desierto del Arroyo de la Represa o el bulevar de San Pedro Alcántara. Hay urticaria contra los árboles que nos regalan sombra
Hoy traigo dos ejemplos más, pequeños pero significativos: la cafetería Marbella, aledaña al casino construido con fondos municipales y ahora de uso exclusivo de sus socios, sufre un proceso de reforma. Se ha convertido en una hamburguesería por lo visto de franquicia muy célebre. Siempre fue un lugar de referencia y de encuentro para los oriundos y para los que llegaban de fuera. Quedamos en cafetería Marbella. Un punto de encuentro para iniciar una charla con un café, una acogida o un rato de divertimento.
Otro tótem de la gastronomía de nuestra ciudad parece que corre el mismo destino: un “Burger King”. El local de la marisquería Santiago, de toda la vida, se reforma a marcha forzada para convertirse en otra hamburguesería. Las Jornadas Gastronómicas impulsadas por Santiago fueron durante años referentes de un turismo de calidad y diferente que nos enorgullecían a todos y que sufragaba con ahínco e ilusión su propietario. Nota a pie de página: Santiago ha intentado crear un museo con todos los recuerdos acumulados durante años. Sin interés municipal, lo ha montado en el pueblo donde nació.
Otro McDonald planea sobre el edificio del Marbell Center. La conquista avanza sin prisa, pero sin pausa. Cualquiera puede coser los hilos de la urdimbre social que definiría nuestra ciudad. Desde aquí aliento los esfuerzos de algunos ciudadanos por hilar desde colectivos o a título individual esta identidad cada vez más difusa.
Rafael García Conde. Jubilado
Leave a Reply